Sobre el EROTISMO
Enfoquemos el erotismo desde la semiótica.
El adjetivo “erótico” nos indica que el tema a tratar está relacionado con el acto físico sexual y también todas las proyecciones mentales que de aquello surjan.
Lo erótico puede relacionarse con la fusión del placer emocional y físico, una búsqueda del placer estético. Esta condición –estética- en los objetos que definimos eróticos, nos seducen, conmueven nuestros sentidos para atraernos Muchas veces asociamos también esta emoción al orgasmo. Placer y dolor. Tensión: situación que debe mantenerse bajo control sin permitirse ningún exabrupto. Nada puede ser hablado, observado o actuado sin reflexión. La carga erótica no está en dejarnos llevar por el impulso, sino en la razón que domina al deseo y lo sujeta. No es entonces la realización del deseo lo que produce el placer sino el dominio que ejercemos sobre aquél.
El erotismo se define más por lo que oculta que por lo que muestra y es mucho más eficaz cuanto más oscuro. El erotismo es el arte del control y no del desenfreno.
Si hay algo que disimular, entonces como oyentes, lectores o expectadores nos daremos prisa en imaginar, según el deseo expresado por la voz del que describe, las letras del que narra, o las imágenes del que muestra …
El juego de seducción demanda una interpretación. Lo oculto, lo prohibido, lo invisible, lo reprimido representan la posibilidad de que nos veamos envueltos y seducidos por esa situación y nos aproximemos con el deseo de descubrir ese velo, de transgredir su discurso … Y la pasión parecería no enfriarse por esto sino encenderse. Es que existe también un elemento trágico.
La pasión solo permanece encendida en tanto el obstáculo que se levanta frente a su objeto se mantenga. La pasión debe ser defendida a través de pretextos que posterguen el cumplimiento del deseo, el encuentro amoroso, el final feliz.
Solo la tensión puede resultar erótica. En cambio, la distensión, la armonía devuelta por la solución del conflicto, es el final del erotismo. Por esta razón, la pornografía que explícita, deja de ser erótica: no tenemos posibilidad de instalar allí deseo alguno pues éste se resuelve antes de comenzar. La imagen borrosa es inquietante y genera tensiones, no ocurre lo mismo si no se deja al lector (o espectador) nada que imaginar.-
Para que hayamos podido conocer la belleza, hemos tenido que ser conscientes de su fugacidad, saber que ella no nos pertenece para siempre. La conciencia del instante que huye nos fascina, deseamos aquello que muere; el saber que moriremos nos lleva a la búsqueda de la belleza con la ansiedad de quien se sabe finito. Así, el erotismo se impone como un ejercicio de la voluntad para prolongar el placer que nos causa la belleza. Prolongar el placer es ir en contra de la muerte.
Mientras lo pornográfico se esfuerza por eliminar las elipsis, se apresura en llegar a la muerte; lo erótico es una fuerza contraria hacia la vida. La presencia de la muerte en lo erótico es contradictoria pues está allí en tanto algo que se debe evitar. Sin embargo, sin ella, lo erótico sería imposible. Tampoco habría belleza. Ambos conceptos se imbrican y se suponen de una manera extraña: la existencia de uno depende del otro aunque el esfuerzo sea por oponerse.
Finalizo con dos poemas que me gustaron, el primero, por provocar esa “tensión” del desórden. El segundo, porque describe el deseo y el sufrimiento que el sujeto pasionario siente ante la persona deseada – y no poseída-
ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO
Lo erótico puede relacionarse con la fusión del placer emocional y físico, una búsqueda del placer estético. Esta condición –estética- en los objetos que definimos eróticos, nos seducen, conmueven nuestros sentidos para atraernos Muchas veces asociamos también esta emoción al orgasmo. Placer y dolor. Tensión: situación que debe mantenerse bajo control sin permitirse ningún exabrupto. Nada puede ser hablado, observado o actuado sin reflexión. La carga erótica no está en dejarnos llevar por el impulso, sino en la razón que domina al deseo y lo sujeta. No es entonces la realización del deseo lo que produce el placer sino el dominio que ejercemos sobre aquél.
El erotismo se define más por lo que oculta que por lo que muestra y es mucho más eficaz cuanto más oscuro. El erotismo es el arte del control y no del desenfreno.
Si hay algo que disimular, entonces como oyentes, lectores o expectadores nos daremos prisa en imaginar, según el deseo expresado por la voz del que describe, las letras del que narra, o las imágenes del que muestra …
El juego de seducción demanda una interpretación. Lo oculto, lo prohibido, lo invisible, lo reprimido representan la posibilidad de que nos veamos envueltos y seducidos por esa situación y nos aproximemos con el deseo de descubrir ese velo, de transgredir su discurso … Y la pasión parecería no enfriarse por esto sino encenderse. Es que existe también un elemento trágico.
La pasión solo permanece encendida en tanto el obstáculo que se levanta frente a su objeto se mantenga. La pasión debe ser defendida a través de pretextos que posterguen el cumplimiento del deseo, el encuentro amoroso, el final feliz.
Solo la tensión puede resultar erótica. En cambio, la distensión, la armonía devuelta por la solución del conflicto, es el final del erotismo. Por esta razón, la pornografía que explícita, deja de ser erótica: no tenemos posibilidad de instalar allí deseo alguno pues éste se resuelve antes de comenzar. La imagen borrosa es inquietante y genera tensiones, no ocurre lo mismo si no se deja al lector (o espectador) nada que imaginar.-
Para que hayamos podido conocer la belleza, hemos tenido que ser conscientes de su fugacidad, saber que ella no nos pertenece para siempre. La conciencia del instante que huye nos fascina, deseamos aquello que muere; el saber que moriremos nos lleva a la búsqueda de la belleza con la ansiedad de quien se sabe finito. Así, el erotismo se impone como un ejercicio de la voluntad para prolongar el placer que nos causa la belleza. Prolongar el placer es ir en contra de la muerte.
Mientras lo pornográfico se esfuerza por eliminar las elipsis, se apresura en llegar a la muerte; lo erótico es una fuerza contraria hacia la vida. La presencia de la muerte en lo erótico es contradictoria pues está allí en tanto algo que se debe evitar. Sin embargo, sin ella, lo erótico sería imposible. Tampoco habría belleza. Ambos conceptos se imbrican y se suponen de una manera extraña: la existencia de uno depende del otro aunque el esfuerzo sea por oponerse.
Finalizo con dos poemas que me gustaron, el primero, por provocar esa “tensión” del desórden. El segundo, porque describe el deseo y el sufrimiento que el sujeto pasionario siente ante la persona deseada – y no poseída-
ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno
.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno
.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
.
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
FETICHE
Por Gómez García, Elías – Poeta español
Esa barra de labios que guardas agotada
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
FETICHE
Por Gómez García, Elías – Poeta español
Esa barra de labios que guardas agotada
en el fondo revuelto de tu bolso barato;
esas medias oscuras que te pusiste un rato
y al rato te quitaste, dellas incomodada.
Esos zapatos duros que siempre en casa dejas,
el anillo horroroso que llevaste a la boda,
esas gafas oscuras que han pasado de moda,
pendientes que han perdido por siempre sus parejas;
esa pulsera fea cuyo color te espanta,
ese collar naranja que tienes siempre encima
de la mesilla y nunca rodea tu garganta.
Esa atroz camiseta que dice "no tocar"
y que una tarde sola -y qué incómodamente-
ciñó tus senos altos de remate imprudente
y que cualquier mañana sé que vas a tirar.
La falda que unos meses el monte delicioso cubrió
y conserva un algo de tu aroma secreto,
el perfume que ha tanto encuentras obsoleto,
el vestido que siempre te pareció espantoso...
Cualquier cosa que tengas, amiga, desechada,
dámela, que alimente mi decepción lasciva,
porque así en cierto modo yo te tendré adjetiva
ya que no sustantiva, Camila despiadada.